Villancicos, árboles y regalos, tradiciones con mucha historia

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Tomado de www.ministros.org

dia-navidadEl nacimiento de Jesucristo y el cambio de año están asociados a una larga serie de tradiciones populares y familiares, que permiten entender por qué hoy mantenemos unos ritos que a veces criticamos.

Algunas de las costumbres tradicionales de la Navidad llegaron bastante tarde, como la de cantar villancicos, agregada en la Edad Media. Los primeros, en latín y para amenizar las fiestas de la corte, se originaron, según la creencia popular, en Inglaterra, en la época de Enrique I. El canto del villano era llamado “el canto del jabalí”, y una especie de diminutivo se transformó en villancico para designar estos cánticos navideños.
En el siglo XIX surgieron las tarjetas navideñas, de la mano del inglés Sir Henry Cole, quien encargó a un amigo pintor que le dibujara y pintara una escena navideña. Luego la reprodujo en una imprenta para escribir breves deseos de felicidad, firmarlas y enviarlas a los amigos y familiares.

El origen del roscón con sorpresa no tiene nada que ver con la Epifanía ni con la llegada de los reyes a Belén o con las tradiciones infantiles, sino con las fiestas saturnales que llegaron a convertirse en orgías y bacanales. Por aquel entonces, se escondía un grano de haba en cualquier lugar de la casa y el esclavo que lo encontrara quedaba libre durante todos esas festividades que, obviamente, no estaban destinadas a los niños.

Por otro lado, el árbol navideño es una costumbre que proviene de los países nórdicos. Todo indica que su origen está en el rito escandinavo de decorar la casa y el establo con ramas de hojas perennes en el año nuevo para ahuyentar los demonios. Sin embargo, la versión navideña por excelencia (árbol con adornos y regalos) procede de Alemania, donde la influencia luterana hizo que sustituyera al meridional belén. En los países nórdicos, el árbol de Navidad se decora con ángeles y elfos, mientras que en Japón lleva en sus ramas muñecas, adornos de papel, abanicos y sonajeros y en China se utilizan naranjos en lugar de pinos, símbolos de felicidad.

Otro elemento esencial en la decoración navideña son los pesebres. Esta palabra significó originariamente “cajón para la comida de los animales”, pero se convirtió en escenografía del nacimiento de Cristo porque fue allí donde acostaron al recién nacido. En Cataluña, los portales, donde se ubica el pesebre, tienen un personaje curioso: el caganer, que representa a un pastor u otro personaje haciendo lo que sugiere su nombre.

En España se da la costumbre de obsequiar a los niños con juguetes en memoria de los dones de oro, incienso y mirra ofrecidos por los Reyes Magos a Jesús. Los tres reyes representaban las razas básicas del momento: uno rubio, otro moreno semita y el tercero negro. Su principal competidor en el cariño de los niños, la figura de Santa Claus, con la estética que ahora conocemos, es una invención estadounidense del siglo XX, si bien se basó en la vida y la leyenda de San Nicolás, personaje de una enorme bondad y protector de los niños. No usaba las ropas que hoy se le atribuyen, pero es posible que de acuerdo con su jerarquía eclesiástica vistiera un hábito rojo. Una de las leyendas cuenta que una noche, cuando trataba de hacer llegar tres bolsas de oro hasta las hijas de un mercader arruinado, una de las bolsas cayó dentro de los calcetines que colgaban de la chimenea para secarse y que por eso, desde entonces, se cuelgan calcetines en espera de regalos.

En la actualidad, los católicos y protestantes celebran la Navidad el 24 y 25 de diciembre; los ortodoxos, el 6 y 7 de enero; y la iglesia de los armenios el 18 y 19 del mismo mes. Este día fue reconocido en el año 345, cuando la Iglesia propuso el 25 de diciembre para reemplazar y terminar con la celebración romana del Sol Invictus.

Tomado de www.ministros.org

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