Un tiempo para sufrir

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Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas

Vemos  que José padeció por 13 años antes de ser sacado de la adversidad. Dios pudo haber puesto fin a eso con rapidez o, mejor aún, evitar que José no sufriera en absoluto. Pero, ¿puede usted imaginar a un joven de 17 años escapando a Egipto para sentarse a la diestra de Faraón? Sin duda, el poder de Dios pudo haber hecho que sucediera algo tan insólito.

Pero, ¿habría sido un adolescente hebreo, ignorante y un poco arrogante, un buen líder? No, hasta que Dios lo convirtiera en eso.

Nuestro sufrimiento durará sólo el tiempo necesario para que Dios lleve a cabo su propósito. Él está interesado en preparar a sus siervos y moldear a sus seguidores, en vez de darles una vida libre de preocupaciones. Pero el Padre celestial ama a sus hijos profundamente; es por eso que Él se solidariza con su dolor y pone un límite a sus dificultades, para que no se prolonguen un minuto más cuando ya no sean útiles.

La adversidad es la herramienta más aguda y más fuerte de Dios para formar a los creyentes a la imagen de Cristo, pero Él no hará el cambio a la fuerza. El Señor moldea a sus hijos en proporción a su disposición a ser formados para la tarea asignada divinamente. Podemos negarnos a someternos a ser moldeados, pero la rebeldía sólo prolongará el dolor. Lo sabio es decir: “Señor, no entiendo por qué has permitido esta prueba, pero estoy dispuesto a ir hasta el final contigo”.

El hijo fiel de Dios valora la obediencia y da prioridad a la oración y al estudio de la Biblia mucho antes de que se presente la adversidad. Cuando las cosas se ponen difíciles, él sabe que el poder del Espíritu Santo será suficiente para sostenerle.

Santiago 1.1-4 Santiago,siervo de Dios y del Señor Jesucristo, a las doce tribus que están en la dispersión: Salud. Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.

Charles Stanley

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