Y diciendo: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado. Mateo 3:2.
La voz que clamaba en el desierto era la voz de Juan. Su mensaje era directo, claro, sin medias palabras. Él no estaba preocupado en ser políticamente correcto. Tampoco era grosero, al punto de no considerar los sentimientos