¿Qué cosas dejamos a nuestro paso?

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Tomado de www.ministros.org

misericordia“Ciertamente el bien y la misericordia, me seguirán todos los días”< Salmo 23:6b >

La palabra “el bien” apunta a esa dulce o suave benevolencia a pesar de la ingratitud. Esa es una característica de Dios. Dios siempre muestra Su benevolencia a pesar de la ingratitud de los hombres.

La palabra “misericordia” significa amorosa bondad. El salmista dice que esa dulce benevolencia a pesar de la ingratitud y su amorosa bondad  “me seguirán todos los días de mi vida. La palabra “seguirá” significa perseguir hasta alcanzar una persona o cosa. La dulce y suave benevolencia de Dios a pesar de la ingratitud y Su amorosa  bondad nos persigue hasta alcanzarnos o agarrarnos y esto sucede todos los días de nuestra vida donde quiera que vayamos va el bien y la misericordia tras nosotros. ¡Qué amoroso y tierno padre tenemos! Esta es la manera en que él desea bendecirnos y cuidar de nosotros.

¿Cuántos cristianos verdaderamente sienten lo mismo que Cristo? ¿Cuántos de nosotros nos damos cuenta que lo que pase u ocurra  en nuestra vida “el bien y la misericordia nos seguirán? Claro que es muy fácil hablar cuando las cosas nos va bien. Si mi salud está bien, mis ingresos estables, mi familia también y mis amigos están contentos de mí, no cuesta nada decir: “Ciertamente la misericordia me seguirán todos los días de mi vida.”

¿Qué pasaría si la muerte llega a mi vida, la enfermedad aparece en el círculo familiar, las entradas económicas se escasean por falta de trabajo, los niños toman amigos no deseados y no traen buenas notas, y los amigos resultan falsos y se vuelven contra nosotros?

Esos son los tiempos que ponen a prueba la confianza de una persona en el cuidado de Cristo. Esas son las ocasiones cuando nuestro pequeño mundo se destroza y los castillos de ensueño de nuestras ambiciones y esperanzas se derrumban, ¿podemos afirmar con honradez?: Ciertamente, el bien y la misericordia me seguirán todos los días,  ¿O es pura paja y una cruel ironía?

Es aquí cuando el recuerdo se hace impostergable, y necesario. “El hombre mas allá de la muerte es  recuerdo y esperanza.” Al echar una mirada hacia mi pasado, a la luz del amor y el cuidado de Dios como mi pastor y ver como dirigía mis pasos por senderos difíciles casi negros como la noche misma descubría que todo resultó para mi bien. Pasé desamores, situaciones económicas, enfermedades de muerte (cáncer en los huesos), accidentes en ríos y playas viendo casi la muerte. Pero al final todo resultó bien.

Con mi limitada comprensión de ser humano finito, no siempre podía entender las medidas que con infinita sabiduría tomaba. Con mis tendencias naturales a temer, a preocuparme y a preguntar por qué, no siempre era fácil dar por entendido que Él si sabía lo que estaba haciendo conmigo. Hubo ocasiones en que estuve tentado a desesperarme, rebelarme y abandonar su cuidado. No sé cómo podía pensar la idea tonta de que podría sobrevivir por mi cuenta. Lo mismo le pasa a casi toda la gente.

Ahora me alegro saber que Dios no me abandonó a mí. Le doy gracias por haberme seguido bien y en misericordia. Lo único que le impulsaba era su amor, su cuidado e interés por mí, unas de sus ovejas. Y a pesar de mis dudas, a pesar de mis recelos, en como manejaba mis asuntos, siempre me levantó y me restauró con ternura.  Dios es fiel a su nombre. Dios es amor.

Para mí este es el retrato supremo de mi Pastor. Continuamente fluyen hacia mí su bondad y su misericordia, que, aunque no lo merezco, vienen incansablemente de esa fuente que es el gran corazón amoroso de Dios. Lo amo porque me amó primero. Veo en Jesucristo mi Pastor, y ha llegado a ser el gran cimiento de mi fe y confianza en él

“Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas.”< Juan10:11 > “En esto hemos conocido el amor, en que puso su vida por nosotros.” < 1 Juan 3:16 >

Cuando veo este Salmo, veo a Jesucristo. No puede surgir ninguna dificultad, no puede surgir ningún dilema, no puede aparecer ningún desastre en la vida sin que al fin el bien surja en medio del caos. Este es el bien y la misericordia de mi Señor, en mi vida. El es mi “Shamah” < El que esta ahí > Nombre redentor de Dios.

Ahora bien, ese bien que recibimos debe fluir a través de mí a los demás. El bien que me llega debe seguir hacia el bienestar de los demás. Así como fluye en mí,  debe seguirme para el bienestar de los demás.

Hay un elemento interesante de las ovejas que me pone a pensar. Ellas pueden ser animales destructivos. En poco tiempo pueden arruinar y devastar la tierra casi sin remedio. Por otra parte resulta ser el ganado más beneficioso si se les maneja bien.

Su estiércol es el más balanceado de cuanto produce el ganado doméstico. Se le ha llamado a las ovejas  de “las pezuñas de oro,” porque se las consideraba y estimaba tanto por su benéfico efecto en la tierra.

El hábito de descansar en las partes elevadas del suelo aseguraba la fecundidad de las ricas tierras bajas. Además, las ovejas comen de toda clase de hierbas u otras plantas que de modo dañarían los campos. Muchos rebaños de ovejas eran llevados para restaurar los campos y hacerlos útiles y productivos.

En otras palabras el bien y la misericordia habían seguido al rebaño. Habían dejado tras si algo valioso, productivo y hermoso. Donde solo había pobreza y terrenos desgastados, ahora hay campos florecientes y rica abundancia. Donde habían vivido había surgido la belleza y la abundancia.

Ahora no me sorprende la pregunta: Sucede eso en nuestras vidas o solo somos palabras nada más?

¿Dejamos tras nosotros verdaderas bendiciones? En la trayectoria de mi vida he podido recordar grandes amigos y amigas que dejaron estelas de bendiciones tras sí. ¿Es eso lo que piensan las personas de nosotros? ¿Dejamos tras nosotros tristezas o más bien, bienes de alegrías? Las imágenes que tienen las personas, ¿está rodeada de bondad y misericordia, o preferían acaso olvidarse de nosotros por completo?

El Profeta dice: ¡Cuan hermoso son sobre los montes los pies del que trae alegres nuevas, del que anuncia la paz”. ¿Dejamos un rastro de paz en las vidas o de alboroto?  ¿Dejamos un rastro de perdón o de amargura?  ¿Dejamos un rastro de flores de alegría, o de frustraciones. ¿Dejamos un rastro de amor, o de rencor?

El verdadero hijo de Dios, el que está bajo el cuidado de Dios, no debería sentir vergüenza ni temor de regresar a su vecindario porque sencillamente ha dejado una herencia de elevación, estímulo y superación para los demás.

“Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí era bueno en gran manera.”

Tomado de www.ministros.org

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