Los frutos de un buen trabajo se cosechan con paciencia y con la bendición de Dios

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¡Cosechando frutos!

En una empresa minera trabajaban dos electricistas, Fili y Daniel. El primero se caracterizaba por trabajar arduamente, incluso fuera de horarios y fines de semana,   en cambio Daniel sólo cumplía con sus horarios y los fines de semana complacía sus gustos y los de su familia, como se dice: vivía el momento. Llegó el día en que la empresa tuvo que cerrar, siendo motivo para que ellos emigraran a la ciudad.

Fili, con mucho esfuerzo, pudo emprender una pequeña empresa donde brindaba sus servicios y al ver que su amigo no conseguía un empleo invitó a Daniel a ser su socio. Transcurrieron los años y poco a poco la empresa llegó a ser estable y productiva. Pero algo que no cambió en cada uno: la diligencia y el conformismo, respectivamente.

Daniel veía cómo su amigo se encontraba estable en su hogar y no pasaba necesidades, en cambio él sí, llegó a pensar que Fili se estaba aprovechando de la empresa, y decidió confrontarlo: Estoy cansado de ver cómo te enriqueces a costa de la empresa y mi trabajo. A lo cual, Daniel le respondió: Te recuerdo que la mayor parte de lo que tengo es el fruto del trabajo en la empresa minera, a ti te consta como yo trabajé día y noche, no me di todos mis gustos, supe administrar y ahorrar. Ahora aquí también seguí con esos principios; además, no complací todos los caprichos de mis hijos, les di lo que necesitaban no lo que deseaban y, por otra parte, mi esposa también trabajó. Dime tú ¿acaso no tuviste las mismas oportunidades que yo? ¿Qué hiciste tú con el dinero que recibiste cuando nos retiramos de la empresa? ¿Qué caprichos complaciste a tus hijos? ¿Cómo administraste tu dinero y tu vida?  Lo que no tienes ahora no es culpa mía, es culpa de tu mala administración.

Daniel se puso a pensar en todo lo que le dijo su amigo y se dio cuenta que efectivamente, él no supo administrar lo que tenía.

Como la historia cuenta, todos tenemos las mismas oportunidades en un lugar, la pregunta es ¿sabemos administrar lo que tenemos a disposición?

Fili aplicó dos principios bíblicos. El primer, en Efesios 5:16 “aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos.” Desde su anterior trabajo no se conformó con cumplir sólo con sus horas de trabajo sino que dio un poco más. El siguiente principio está en Proverbios 6:8  “se esfuerzan todo el verano, juntando alimento para el invierno.” No confió en solo en los tiempos prósperos, sino pensó en el tiempo adverso y,  por eso ahorró, fue precavido.

En cambio Daniel sólo ambicionó y al parecer no hizo lo suficiente, como dice Proverbios 13:4 “Los perezosos ambicionan mucho y obtienen poco, pero los que trabajan con esmero prosperarán.”

La diferencia fue que el que trabajó diligentemente obtuvo buenos resultados, cumpliendo lo que Proverbios 13:11 dice: “La riqueza lograda de la noche a la mañana pronto desaparece; pero la que es fruto del arduo trabajo, aumenta con el tiempo.” (NTV)

Los frutos de un buen trabajo se cosechan con paciencia y con la bendición de Dios, para que sean permanentes, no sólo con buenos deseos y sin esfuerzo.

Por: Soraida Fuentes

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