La paz de Dios que sobrepasa todo entendimiento

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martes 04 de marzo de 2014 – 08:51 a.m. 210

Existen personas que tienen dinero y pueden comprarse todo lo que quieren, viajar donde deseen, tener placeres, pero cuando llega la noche esas mismas personas desean morir, porque para ellos la vida no tiene sentido, se sienten solas, vacías y muchas veces llegan hasta el suicidio. El Espíritu del hombre pertenece a Dios, quien nos dio soplo de vida, cuando nuestro Espíritu se aleja del Padre se debilita, pierde fuerza,  Es como una rama de un árbol, cuando se despega del tronco, se seca.

Las enfermedades de estos tiempos son La depresión y el estrés. El ser humano está perdiendo su paz interior, se está dejando arrastrar de las exigencias y los compromisos del mundo, de  las manipulaciones de los hombres, del consumismo abusivo de nuestra sociedad. Se ponen cargas, se obstinan con el poder, otros con el éxito y la ambición al dinero, al punto que pierde su salud.

Lo primero que le pido al Padre Celestial cuando inicio la oración, es que me de paz, que no permite que ningún acontecimiento o crisis, me robe mi serenidad, mi sueño, mi estabilidad emocional. La biblia dice, que un hombre que no tiene el control de sus emociones, es como un país sin fronteras y sin seguridad, está expuesto a que todo lo invada. Esto solo sucede si usted lo permite. El beneficio más grande que tenemos al estar conectado al Padre, con una fe fuerte, es precisamente ese, que en medio de las turbulencias estamos confiados que Él no nos desampara y que siempre está con nosotros como poderoso gigante, peleando la batalla por sus hijos.

La paz que Cristo ofrece es paz interior, serenidad aun cuando todo a tu alrededor parece que se viene abajo. Tú  puedes tener todo el éxito del mundo pero, si no estás en paz con Dios, de nada te vale. Tú corazón siempre estará vacío, y correrás de un lado al otro tratando de llenarlo con cosas minúsculas y pasajeras, que solo te dejarán el sabor amargo de la frustración.

Hoy es un nuevo día. ¡Reconcíliate con Dios! Confiésale tus errores, dile que lo necesitas, acepta su maravillosa gracia y recibe la paz que sobrepasa todo entendimiento humano. Dios te bendiga!

Por: Ana Maria Tillan

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