La Cultura de la Queja, mentalidad que la transmitimos a los hijos

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¿Te has dado cuenta que es bien fácil quejarse? De hecho, quejarse es casi un deporte. Nos quejamos de los políticos, del gobierno, del alto costo de la luz y de por qué no nos alcanza con lo que ganamos. Lamentablemente, esta mentalidad la estamos transmitiendo a nuestros hijos y por consiguiente estamos criando a una generación de jóvenes que creen que se merecen ciertos derechos.

¿Sabías que en la liga de béisbol infantil ya no llevan cuenta del marcador? Porque ahora todos los niños tiene derecho a sentirse como un triunfador. Al final de la temporada cada niño obtiene un trofeo por el simple hecho de participar.

Muchas personas creen que se merecen algo sin ningún esfuerzo. Muchos creen que tienen derecho a algo simplemente por presentarse. Muchos creen que merecen comenzar en la cima. Cuando una persona está convencida que debe merecerse todos los derechos termina quejándose de todo y todos cuando no obtiene lo que debería merecerse. Como puedes ver, pensar que nos merecemos algo nos convierte en niños mimados y dependientes.

Lo triste de esto es que el derecho a merecer amarga tu espíritu. ¿Por qué? Porque por mucho que se te dé siempre te faltará algo y encontrarás motivos para quejarte. En vez de estar agradecido, el derecho a merecer te deja deseando más. Solamente está agradecido por un momento hasta que comienza a pensar en lo que sigue.

Esto se debe a que se enfoca en las cosas equivocadas. Como puedes ver, el derecho a merecer se enfoca en lo que te hace falta en vez de lo presente o lo posible. Todo está arraigado en una perspectiva defectuosa. Una perspectiva defectuosa del mundo que dice: “el mundo me debe”. Una perspectiva defectuosa de ti mismo que dice: “Me lo merezco”. Una perspectiva defectuosa de Dios que dice: “Yo no pedí nacer”.

Entonces, ¿Qué podemos hacer para revertir esta actitud? No hay mejor antídoto contra la cultura de la queja que la cultura del agradecimiento. Debemos aprender a estar agradecidos con lo que tenemos, reconocer que las cosas no caen del cielo y vivir dentro de nuestras posibilidades.

Por: Jorge Cota

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