Cuando tenerlo «todo» no es suficiente

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Photo: Pixabay

La muerte de dos íconos de la comunidad afroamericana, Don Cornelius y Whitney Houston, nos lleva a pensar en los misterios de la vida. Estas personas hicieron un gran aporte al desarrollo de la música popular, tanto en los Estados Unidos como en el resto del mundo. Su éxito fue enorme. Empero, cada uno fue responsable de su propio fallecimiento.

Donald Cortez Cornelius nació en Chicago en el 1936. Después de trabajar hasta como oficial de la policía, comenzó una carrera como locutor en el 1966. En el 1970 inició su programa Soul Train, en el que presentaba a jóvenes afroamericanos bailando música popular. Y, aunque invitaba a músicos de todos los grupos étnicos, la mayor parte de sus invitados eran afroamericanos. En el 1971 el programa comenzó a venderse en todos los Estados Unidos (lo que se conoce como “syndication”), convirtiéndose en la respuesta afroamericana a programas tales como American Bandstand Cornelius fue el productor del programa, sirviendo como su anfitrión hasta el 1993. Dejó de producirlo en el 2006 y vendió los derechos a la biblioteca del mismo en el 2008. El hombre de la profunda voz de seda pasó sus últimos años en crisis, enfrentando graves problemas matrimoniales y de salud. Su matrimonio con una actriz rusa (2001 al 2007) lo llevó hasta la cárcel, acusado de violencia doméstica. Se especula que tenía la enfermedad de Alzheimer. Finalmente, se suicidó de un disparo en la cabeza a la edad de 75 años.

Whitney Houston nació en el 1963 en Nueva Jersey. Aunque su familia era de clase media, pertenecía a la nobleza de la farándula afroamericana. Su padre era productor de entretenimiento y su madre, Cissy Houston, es una de las cantantes de música “Gospel” más conocidas de los Estados Unidos. Era prima de Dionne Warwick y ahijada de Aretha Franklin.

La cantante tuvo una carrera fenomenal. Comenzó a cantar en la iglesia donde su mamá era directora de adoración, New Hope Baptist Church. Pero ya a los 14 años estaba cantando como corista. Y a los 15 cantó el coro de “I’m Every Woman” de Chaka Khan.

Whitney trabajó como modelo de revistas, mientras seguía grabando coros y dúos. Pero en el 1985 lanzó un disco que disparó una carrera meteórica. En total, Houston acumuló 415 premios, lo que la lleva a ser considerada como la cantante más galardonada en la historia de la música popular estadounidense. También fue actriz de cine y de televisión. Y una de las canciones de la película “The Bodyguard” se convirtió en una de las más vendidas en la historia: “I Will Always Love You”. Billboard estima que se han vendido más de 4.5 millones de copias de la versión de Houston.

La banda sonora de otra película, “The Preacher’s Wife”, se convirtió en el disco de música “Gospel” más vendido de la historia. Y la versión de Whitney del himno de los Estados Unidos es la única que ha llegado al “Top 20″ (las 20 canciones más populares del momento).

Una vez más, el matrimonio con la persona equivocada marcó el camino al desastre. Whitney se casó con Bobby Brown, un cantante de R&B que había formado parte del grupo New Edition, en el 1992. Su carrera eventualmente se apagó. Comenzó a dañar su voz con cigarrillos, drogas y alcohol. También dependía de medicamentos, tales como Xanax, para manejar sus estados de ánimo. Su imagen pública se fue al piso con la transmisión de un programa basado en la realidad (“reality show”) que expuso su disfunción matrimonial. Y cuando trató de hacer un regreso a las tablas, su “comeback” se vio empañado por el evidente deterioro de su voz.

Whitney se divorció de Brown en el 2007. Empero, ahora era su hija, Bobbi Kristina, la que entraba y salía de programas de rehabilitación para usuarios de sustancias controladas.

La artista murió a los 48 años de causas aún desconocidas.

Es trágico que estos dos íconos de la música mueran en febrero, mes durante el cual se celebra la historia de la comunidad afroamericana en los Estados Unidos. Cornelius y Houston alcanzaron el “sueño americano”, adquiriendo fama y fortuna. Empero, el “American Dream” no fue suficiente para atajar sus tendencias autodestructivas.

¿Qué busca el ser humano? ¿Qué necesita para ser feliz? La triste historia de estos dos artistas maravillosos, que tanta alegría trajeron a millones, nos enseña que ni el dinero ni la fama traen la felicidad definitiva. La moraleja es que a veces, aunque uno llegue a poseer todo lo que deseó alcanzar, “todo” no es suficiente.

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