Cómo resistir los ataques satánicos

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Como cristianos, debemos andar íntimamente con Jesús. Satanás desea tentarnos con acciones destructivas que nos roban el plan de Dios.

Todo creyente enfrenta tentaciones. Tómese un momento para recordar una situación particularmente tentadora que implicaba algo que desagradaría a Dios. ¿Se dio cuenta usted de que estaba involucrado en una batalla satánica?
El diablo es real. La Biblia dice que él encabeza un ejército de ángeles caídos, y que es tan soberbio como para pensar que puede vencer a Dios.

Por definición, un ataque satánico es un asalto intencional a una persona, con el propósito de causarle un daño espiritual, físico, material o emocional. Satanás quiere frustrar el propósito del Señor en la vida de los creyentes para robarles el gozo y la paz, y finalmente negarle a Dios la adoración que Él merece.

Como en cualquier guerra, conocer el plan del enemigo nos ayuda a prepararnos para el ataque. Primero, estemos conscientes de que el campo de batalla está en nuestra mente. Para andar de una manera obediente con Cristo, primero tenemos que estar seguros de que nuestros pensamientos están sometidos a su Espíritu. Esto significa la entrega diaria, y dedicar tiempo a la Palabra de Dios. Segundo, Satanás nos tienta en momentos de vulnerabilidad. Tenga cuidado cuando tenga hambre, esté enojado, solo, triste, o cansado. Tercero, el diablo es un engañador; no reconoceremos la trampa como una treta maligna. Parecerá buena, y probablemente lucharemos con la duda.

Como cristianos, debemos andar íntimamente con Jesús. Satanás desea tentarnos con acciones destructivas que nos roban el plan de Dios de darnos una vida buena y plena. Manténgase conectado con el Salvador, lea la Biblia, ore y tenga comunión con otros creyentes. Estas son las armas que utilizamos contra el diablo en la guerra espiritual.

“Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.

Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia.”

Efesios 6:10-14

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