Oración de un Padre.

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Dame, Oh, Señor un hijo que sea lo bastante fuerte para saber cuando es débil, y lo bastante valiente para enfrentarse consigo mismo cuando sienta miedo.  Un hijo, que sea humilde en la victoria y victorioso en la derrota.


Dame, Oh Señor, un hijo que nunca doble la espalda cuando deba erguir el pecho. Un hijo te conozca a ti y sepa conocerse a sí mismo que es lo fundamental en la vida. Condúcelo, te lo ruego, no por el camino fácil sino por aquel lleno de dificultades y retos, allí, déjale aprender a sostenerse firme y a sentir compasión por los que fallan.


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Dame, Oh, Señor un hijo que sea lo bastante fuerte para saber cuando es débil, y lo bastante valiente para enfrentarse consigo mismo cuando sienta miedo.  Un hijo, que sea humilde en la victoria y victorioso en la derrota.


Dame, Oh Señor, un hijo que nunca doble la espalda cuando deba erguir el pecho. Un hijo te conozca a ti y sepa conocerse a sí mismo que es lo fundamental en la vida. Condúcelo, te lo ruego, no por el camino fácil sino por aquel lleno de dificultades y retos, allí, déjale aprender a sostenerse firme y a sentir compasión por los que fallan.


Dame un hijo, cuyo corazón sea claro y cuyos ideales sean altos. Un hijo que aprenda a dominarse a sí mismo antes de dominar a los demás. Un hijo que sepa reír, pero, que también sepa llorar. Que avance hacia el futuro sin olvidar el pasado. Y después de darle todo esto…


Agrégale suficiente sentido del humor para que sea siempre serio, pero que nunca no se tome a sí mismo demasiado en serio.


Dale, por favor, humildad la cual representa la verdadera grandeza. Entonces yo su padre me atreveré a decir que…no he vivido en vano



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