El hombre con seis mil problemas

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“Y cuando salió él de la barca, en seguida vino a su encuentro, de los sepulcros, un hombre con un espíritu inmundo, que tenía su morada en los sepulcros, y nadie podía atarle, ni aun con cadenas. Porque muchas veces había sido atado con grillos y cadenas, mas las cadenas habían sido hechas pedazos por él, y desmenuzados los grillos; y nadie le podía dominar. Y siempre, de día y de noche, andaba dando voces en los montes y en los sepulcros, e hiriéndose con piedras. Cuando vio, pues, a Jesús de lejos, corrió, y se arrodilló ante él. Y clamando a gran voz, dijo: ¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes.


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“Y cuando salió él de la barca, en seguida vino a su encuentro, de los sepulcros, un hombre con un espíritu inmundo, que tenía su morada en los sepulcros, y nadie podía atarle, ni aun con cadenas. Porque muchas veces había sido atado con grillos y cadenas, mas las cadenas habían sido hechas pedazos por él, y desmenuzados los grillos; y nadie le podía dominar. Y siempre, de día y de noche, andaba dando voces en los montes y en los sepulcros, e hiriéndose con piedras. Cuando vio, pues, a Jesús de lejos, corrió, y se arrodilló ante él. Y clamando a gran voz, dijo: ¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes.


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“Y cuando salió él de la barca, en seguida vino a su encuentro, de los sepulcros, un hombre con un espíritu inmundo, que tenía su morada en los sepulcros, y nadie podía atarle, ni aun con cadenas. Porque muchas veces había sido atado con grillos y cadenas, mas las cadenas habían sido hechas pedazos por él, y desmenuzados los grillos; y nadie le podía dominar. Y siempre, de día y de noche, andaba dando voces en los montes y en los sepulcros, e hiriéndose con piedras. Cuando vio, pues, a Jesús de lejos, corrió, y se arrodilló ante él. Y clamando a gran voz, dijo: ¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes. Porque le decía: Sal de este hombre, espíritu inmundo. Y le preguntó: ¿Cómo te llamas? Y respondió diciendo: Legión me llamo; porque somos muchos. Y le rogaba mucho que no los enviase fuera de aquella región. Estaba allí cerca del monte un gran hato de cerdos paciendo. Y le rogaron todos los demonios, diciendo: Envíanos a los cerdos para que entremos en ellos. Y luego Jesús les dio permiso. Y saliendo aquellos espíritus inmundos, entraron en los cerdos, los cuales eran como dos mil; y el hato se precipitó en el mar por un despeñadero, y en el mar se ahogaron.”
Marcos 5:2-13

Se ve a lo lejos, alcanzamos a identificarlo poco a poco se avecina a toda velocidad, viene con toda su furia, con todo su terror, con toda su fuerza contra nosotros: Un Problema. Puede ser cualquier Problema, al fin y al cabo cuando llega todos se parecen. El mismo sentimiento nos inunda, desesperación, miedo, impotencia, desilusión, angustia, etc.


Sabemos que han luchado con él, han intentado todo lo humanamente posible, psicólogos, medicinas, brujos, amuletos, ritos, para resumir han usado “grilletes y cadenas”, pero no son suficientes para controlar el Problema.


Nos atormenta de día y de noche, no nos deja dormir con sus voces. Parecemos pollos rostizados, dando vueltas en la cama.  Por el día no nos deja trabajar, no nos deja concentrarnos. Nos lleva a lugares no deseados, lugares oscuros y tenebrosos llenos de dolor, ahí es donde el Problema se siente cómodo. ¿Quizás has estado ahí? En el monte llamado “Dolor de cabeza” o en el cementerio llamado “La depresión”, o nos hiere con piedras llamadas “autoconmiseración”. “Pobrecito de mí, nadie me quiere, Dios se ha olvidado mí, Dios me ha dado la espalda, no valgo nada”. Son piedras que nos hieren en lo más profundo.


El problema se ve, cada vez más y más grande. No sólo eso, nuestro miedo incrementa, no sabemos que hacer. En eso alguien se atreve a preguntar el nombre del Problema “¿Cómo te llamas?” ¿Depresión, apatía, infelicidad, desamor, desempleo, desanimo, pobreza, flojera, mentira, envidia, ira,  enfermedad… cómo? ¿Cómo se llama tu problema?


Jesús es quien pregunta, era un experto sacando demonios, eliminando problemas. Los cazafantasmas hubieran querido contratarlo. Una sola palabra y los endemoniados eran sanados. Ahora decide actuar diferente, pregunta el nombre de aquel demonio, es decir del “Problema” que atormenta a ese hombre. ¿Cómo se llama tu Problema, como se llama tu demonio?


Mis problemas son tantos Jesús que, para no tardarnos lo resumiré en una sola palabra, LEGION. Señor, tengo un montón de problemas, tantos que no me alcanzan los dedos para contarlos, son alrededor de 6,000 problemas, pocos más, pocos menos.


Los Problemas, es decir LEGION, tienen miedo ruegan por no ser expulsados. Imploran que no les saquen la “tarjeta roja”. Quieren seguir jugando, quieren seguir molestando. Solicitan una prorroga, Jesús danos permiso de ir con ese hombre, o que tal mejor con aquella mujer, mejor déjanos entrar al pueblo ahí hay mucha gente y nos repartimos. Evidentemente Jesús rechaza su petición. Está bien, qué te parece que en lugar de mandarnos a la banca danos permiso de ir con los cerdos.


Salen todos los vecinos para ver que ha acontecido. Se dicen unos a otros, ¿recuerdan al hombre con 6,000 problemas? Pues ya no tiene ninguno ¿Qué? ¿Cómo? ¿Eso es posible?


Aquel hombre ha recobrado el sano juicio, ahora todos sus Problemas se ha ido por el precipicio.


Muchas veces los problemas se dejan venir en montón, la verdad no podemos con ellos, son muchos. Hemos buscado ayuda pero no la hemos encontrado. Jesús es la solución no importa si es uno o son seis mil. No existe ningún problema con el que Jesús no pueda.


¿Cómo se llama tu Problema?


Enviado por Alejandro Cunillé



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