El cumpleaños

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La siguiente historia tuvo  lugar en Rusia, en los años 70. Esa noche Liuba festejaba sus cinco años. Su padre estaba en la cárcel a causa de su fe. Desde hacía algunos días su madre pensaba como podría orientar ese día para que los niños sintieran menos dolorosamente la ausencia de su padre. Sólo podía ofrecerles patatas con un pedacito de tocino. Felizmente recibieron una carta de su padre.


Antes de empezar la cena, se dirigieron al Señor: “Señor Jesús, oró la pequeña Liuba, cuida de nuestro papá para que vuelva bien de salud. Bendice también a mamá, cuando papá estaba con nosotros, siempre nos traía chocolate para nuestro cumpleaños. Contamos contigo para que nos los mandes. Amén”.


Los mayores se rieron de su hermanita, pero su madre mandó que dejasen de reír. De repente se oyó golpear la puerta. ¿Quién podría llegar a esa hora tan tarde? Era un viejo amigo, contó como se sintió impelido sin saber por que, a ir al almacén para comprar una tableta de chocolate. “!Hurra!, exclamó Liuba, Jesús contestó mi oración. Estupefacto, el amigo escuchó feliz.


Dos semanas más tarde, el padre leía a sus compañeros de prisión una carta de su mujer en la que evocaba el cumpleaños de Liuba. Esta misiva les traía consuelo y una nueva razón para esperar. Les mostraba el poder de un Dios que vela, hasta en los detalles más pequeños, sobre aquello que confían en Él, y particularmente en los momentos difíciles.

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