Dios quiere cuidar de nosotros, pero para permitírselo, nosotros debemos dejar de cuidarnos. Muchas personas quieren que Dios se ocupe de ellas mientras se preocupan o tratan de encontrar una respuesta, en lugar de esperar la dirección de Dios. En realidad, lo que hacen es revolcarse en sus propias “cenizas” y aún así, pretenden que Dios les dé gloria. Para que Dios nos dé de su gloria debemos darle las “cenizas”.
Le entregamos nuestras preocupaciones confiando en que Él puede y habrá de cuidar de nosotros. Hebreos 4:3 dice: “En tal reposo entramos los que somos creyentes (los que unimos, confiamos y descansamos en Dios)…”
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